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UniversidaddeCádiz
Área de Deportes

Formulario de Adhesión a la campaña Juego Limpio

“EN LA UCA JUEGA LIMPIO. EL DEPORTE EDUCA”
FORMULARIO DE ADHESIÓN

“El Juego Limpio significa mucho más que el simple cumplimiento de las reglas: abarca los conceptos de amistad, de respeto al adversario y de espíritu deportivo. Es, más que un comportamiento, un modo de pensar. El concepto se extiende a la lucha contra las trampas, contra el arte de engañar sin vulnerar las reglas, contra el dopaje, la violencia física y verbal, la desigualdad de oportunidades, la excesiva comercialización y la corrupción”.

Comité de Ministros del Consejo de Europa sobre el Código de Ética Deportiva (septiembre 1992).

La Universidad de Cádiz considera el Juego Limpio en el Deporte un aspecto fundamental en la formación de sus alumnos. El Deporte es Salud, es Ocupación del Tiempo de Ocio, es Afán de Superación, es Relaciones Personales, es Competición… es Juego Limpio. El Deporte Universitario en nuestra Universidad es, además de lo anterior, y, sobre todo, Formación.

Aprender a trabajar en equipo, colaborar con los demás en pos de un objetivo común, conocer nuestras capacidades y limitaciones, aceptar y digerir el fracaso analizando sus causas, asumir el éxito como un medio y no como un fin en sí mismo, fruto del esfuerzo y del trabajo metódico y continuo, encuentran en el Deporte Universitario un excelente caldo de cultivo con el que, sin lugar a dudas, se enriquecen nuestros alumnos.

En pos de estos objetivos, el Vicerrectorado de Cultura de la Universidad de Cádiz, a través de su Área de Deportes, como responsable de la programación y coordinación de las actividades deportivas, hace una decidida apuesta por el Juego Limpio en el Deporte Universitario a través de la campaña de divulgación "En la UCA Juega Limpio", que recoge un novedoso sistema de competición donde se vincula resultado a deportividad. Dicha campaña se basa en el siguiente:

Decálogo

1. Juega limpio.

El deporte es una suma inmensa de valores positivos. No ayudes a su descrédito, sino colabora con nosotros a engrandecerlo aún más con una pequeña gran aportación personal: simplemente, Juega Limpio, no te engañes.

2. Respeta al contrario: también tú eres el contrario.

La antigua máxima de que no desees para los demás aquello que descartarías para ti, cobra en el deporte un vigor más nítido. Si miras al contrario, no lo entiendas como un rival en la supuesta batalla por ganar. Míralo como si te observases frente a un espejo: es otro tú, tú mismo.

3. Entiende las reglas como fundamento de la igualdad.

La norma nace con un fin igualitario y para legitimar el deporte. Ese consenso global busca, en la competición, el intermedio del árbitro, del juez que garantiza transparencia y equidad, la aplicación rigurosa de los cánones de esa paridad. No olvides que también tú, por el mero hecho de jugar, has admitido, de buen grado, implícitamente, respetar todas las reglas del juego.

4. Asume la Deportividad como el fin en que se sustenta el juego.

El fin más elemental en el deporte no es otro que el de jugar, esa marca de identidad, ese motivo asumido por todos como “participación”. Y, de forma inherente, “ajustarse a las normas de corrección”, que así define el Diccionario de la Academia de la Lengua la deportividad. Suprimiendo, por lo tanto, actitudes hostiles, la persecución incesante de la victoria como un fin que se justifique con unos medios antagónicos de la educación y de los valores más distinguidos.

5. Entiende las instalaciones como patrimonio común.

No puede existir el deporte cualificado sin unas infraestructuras acordes a esas pretensiones modélicas. Esas instalaciones deben señalarse, además, como punto de encuentro, como ágora, como plaza abierta, como recurso deportivo común de todos los ciudadanos. Provocar voluntariamente su deterioro afecta directamente a las entrañas de toda la sociedad.

6. También vence quien sabe perder.

Uno de los alicientes del juego es la victoria, pero esta no siempre te sonríe. No encajes la derrota como una contingencia ni como una casualidad ni como una fatalidad. Es un elemento que se complementa con la victoria, que convive con ella, representando su otro perfil. Un elemento que, sin escarbar demasiado, podrá resultar parte esencial en tu crecimiento deportivo, en tu autoestima y en la valoración de lo ajeno.

7. Caldo de cultivo para la formación integral.

Los valores adquiridos en la práctica deportiva respetuosa se afianzan, paso a paso, en el itinerario vital propio, indisolublemente. Esos nobles principios sobrepasan la frontera de lo lúdico para participar activamente en la educación personal, proporcionándote unos cánones de comportamiento más allá de la mera óptica deportiva, cooperando para hacerte más fuerte en todos los niveles.

8. El juego limpio honra a quien lo asume.

El ennoblecimiento del deportista es una de las aspiraciones sociales del juego limpio y debe ser una consecuencia a alcanzar de manera inmediata, le honra. Apartando artimañas que atenten también contra tu propio cuerpo, contra tu buena salud, esos bienes irrenunciables. Con la conciencia tranquila por no haber derrochado energías, tan necesarias en los menesteres deportivos, en boicotear las normas, en discusiones bizantinas con los rivales, en despreciar las particularidades de quien viste la camiseta del otro equipo, en ignorar los probados consejos de los entrenadores.

9. Juega con todos, sin discriminación ni prejuicios…

Destierra todo atisbo de discriminación de cualquier índole. El deporte libera, no lo reduzcas a un hábito rutinario. El deporte limpio es un idioma universal, sin restricciones. Dialoga a través de él con quienes te rodean, con tus conocidos y también, en un futuro, con quienes habrás de conocer. Será tu mejor carta de presentación.

10. El deporte colabora a crear una sociedad mejor.

El deporte es sinónimo de paz, de concordia; se emparenta con la salud; es símbolo de igualdad; eje de simetrías de la educación; trabaja incansablemente en la búsqueda de acuerdos, de coincidencias y del fiel respeto mutuo. Porque el juego limpio, en fin, acaba por ramificarse por todas las vetas de la sociedad, multiplicándola, enriqueciéndola.